La noche parecía eterna, su mirada hacía a la luna estremecer. Sus manos acariciando la oscuridad de la noche, el silencio no era incómodo cuando sentía su respiración, podía sentir sus latidos, podía escuchar su alma dejando de ser, por quien lo fue todo. Entonces la Luna se ocultó y el cielo lloró junto a él.
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