miércoles, 30 de septiembre de 2020

Cansancio emocional.

 No es otra cosa que agotarse con la mera respiración necesaria. Sentir que todo pasa muy lento o muy rápido excepto a su tiempo. Soltar suspiros pesados sin motivo aparente, aunque los motivos son muchos y los suspiros tan pocos. Tener la necesidad de escapar sólo con acomodar la cabeza en la almohada y esperar que todo esté mejor cuando los párpados se abran nuevamente. No importa el día, la fecha o la hora, cuando un golpe de realidad llega sin permiso y deja un desastre a pesar de que ya lo seamos desde hace mucho. Las cosas se vuelven monótonas y lo que nos hacía sonreír ya no tiene gracia. Los sentimientos se vuelven daltónicos al igual que todo el entorno. No hay un espacio tranquilo para respirar por el simple hecho de que hasta el aire nos ahoga y ni la tristeza nos salva de distinguir existencia misma. Todo parece un caos, y que en efecto lo es. No obstante, esos momentos son necesario para descansar el alma, y poder diferenciar de lo que nos hace bien y lo que elegimos que nos haga mal. Y aunque los pulmones duelan al llenarse, es la mejor forma de sentir a la vida, la cual nos grita en el rostro inexpresable de que no todo dura para siempre.

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