De pronto los atardeceres no son especiales, ya no hay formas en las nubes, y los colores dejan de existir.
Entre tanta basura quizá te llegues a considerar una más, entre tantos pensamientos viciosos quizá estés girando en círculos, sin embargo, sólo el tener un insignificante espacio en el multiverso, tanto como la existencia propia, es la señal al azar certero, de que la mera alteración de tu ser desencadena un sin número de eventos, que para la suerte de uno mismo, el suspiro llamado vida se vuelve interesante a pesar del lastimero futuro incierto y del abrumador pasado escrito.
Perder para ganar, muchos dicen, pero desde mi perspectiva insensata y poco experimentada, el perder con la esperanza de ganar en algún momento, sólo lleva a la mediocridad de las aspiraciones. Una pérdida es una pérdida, inclusive si una ganancia viene en reemplazo, como la vida que se desperdicia cumpliendo con los estándares de la sociedad ganando una aceptación de parte de éste, pero perdiendo los propios sueños que con un poco de más esfuerzo, podría haber logrado. O un quinto suspiro gastado en un amor perdido, pudiendo regalar aquel gesto a un nuevo amor.
El tiempo se va y las flores se marchitan sin dejarle espacio a la quietud de perderse sin intentar encontrarse, incluso en un espacio inexistente.
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