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La inseguridad conduce a la tristeza profunda de un espíritu que quiere volar y teme al viento. Indaga a los pensamientos voraces de las noches más fúnebres para el corazón. Somete al cansancio a varios tipos de sueños. Totalmente en la nada, pensando en lo que quizá y podría ser todo. Sofocada de tanto silencio en la memoria presente. Aturdida por el escándalo de un susurro continuo del tiempo. Tanto es lo que piensa y poco es lo que dice. Sin tener un rumbo cierto marcha a la colina más alta de los recuerdos y muere en el que algún día fue el más placentero para la sonrisa. Embarga cada uno de sus sentimientos y detiene cada uno de sus latidos. No se atreve a sentir, no se atreve a respirar, aunque falte el aire, aunque falte fuego, no es excusa para no vivir. Respirar se complica en el frío invierno que fin no tiene. El otoño se acerca y primavera no existe. Verano se ahoga en un vaso con el mar dentro. Una atormenta abastece la sed del poco pulso de la vida. Soñar no está en los planes, cuando la realidad se fuerza. Una copia de todo lo que ves, y te transformas en lo que menos quieres. Explica al cielo como el infierno habita en tu interior, hierve de angustia al sentir un alma que se pierde donde no existe salvación. Creer no está entre las opciones, de quien ha condenado su vida al escepticismo. Y la felicidad parece inalcanzable aunque habite en la superficie de la vida. La fe que todo lo puede, ya no puede nada. Y el amor que todo lo vence, ya no tiene a quien derrotar. Lo efímero dura para siempre y lo perpetuo consigue un fin. La soledad encuentra compañía y la compañía se siente sola. La paz se encuentra en la guerra, aunque al final solo haya tristeza. La vida encuentra refugio en un par de letras irónicas y la muerte en personas que de la ironía hicieron poesía. Aunque difícil parece de entender, lo que no se entiende algo trata de decir y aunque sólo sean palabras hay verbos que cumplir a los rayos del sol o la cara oculta de la luna.